Actualmente Valdemorillo cuenta con un plan general de ordenación urbana suspendido desde hace varios años para mayor desgracia de la corporación municipal. Un plan de urbanismo que pretendía poblar de manzanas de pareados y complejos residenciales ahí donde ahora hay encinares y dehesas de una Zona de Especial Protección de Aves (ZEPA). Hagamos un pequeño paseo por la historia del urbanismo.
Durante el siglo XIX se produjeron en España las dos ampliaciones metropolitanas con más carisma, estilo y calidad que se han producido hasta la fecha actual. Si bien ambas sufrieron serias modificaciones con el discurrir del tiempo, son dos ejemplos dignos de mención. El Plan Cerdá, que amplió Barcelona con toda el área conocida actualmente como el Ensanche y el Plan Castro, que dotó a Madrid de los barrios de Salamanca, Moncloa y Chamberí, fueron planes urbanísticos diseñados sobre papel pero se fueron ejecutando de forma paulatina, según se hacía necesario construir nuevas edificaciones. Los servicios, las diferentes dotaciones, las zonas ajardinadas, se fueron colocando en el plano llevado al terreno según era necesario. El resultado de esta forma de urbanizar se puede ver paseando por Madrid. Calles como Santa Engracia, Serrano, Goya, Eloy Gonzalo, el eje Alberto Aguilera, Carranza, Sagasta y Génova, plazas como Chamberí, del Marqués de Salamanca o Cuatro Caminos invitan a pasear por ellas, a contemplar la amalgama de edificios, los locales comerciales. Son calles llenas de vida que llaman a la gente para que las visiten.
Por contra el siglo XX trajo, de la mano de los seguidores de Le Corbusier, un modelo urbanístico completamente diferente: Una mezcla entre las ciudades jardín inglesas del XIX y el cemento armado. Era un sistema también diseñado sobre plano pero en el que los servicios estaban centralizados en áreas limitadas. Zonas comerciales en un área, residencias en otra. Este planteamiento urbano requería ser edificado todo a la vez y resultó ser el abono perfecto para la especulación inmobiliaria más atroz… A España este sistema tardó en llegar, pero llegó con fuerza. En los 60 fue la forma de crear viviendas sociales. Más adelante, hace escasos diez años, llego el súmmum de los horrores: los PAUs. Montecarmelo, Las Tablas, el ensanche de Vallecas son barrios inhumanos plagados de “máquinas de vivir”. Manzanas enteras que miran hacia el interior y cierran el perímetro plagando las calles de hormigón y ladrillo. Calles por las que un paseo resulta desagradable. Volúmenes idénticos, como si de un pasillo de un almacén de cajas de cartón se tratara.
Ese mismo modelo deshumanizado, brutalista, pensado para que el usuario salga en coche directamente de su garaje al del centro comercial, sin vida, parece diseñado para atormentar al que vive en él. Ese planteamiento también llegó a los municipios de la Sierra. En menor medida, pero llegó. Solo hay que pasear por zonas de Villanueva del Pardillo para entender este extremo.
El crecimiento debe ser paulatino pero organizado. Si Valdemorillo ha de crecer lo ha de hacer con estilo, con calles anchas con comercios, con viviendas que resulten agradables no solo por dentro sino también por fuera, como lo son las calles de nuestro pueblo. Que la gente quiera venir a vivir. Pequeñas calles Álvarez de Castro, Hermosilla, Almagro. Debemos trabajar por que esto sea así. No queremos ser un nuevo pueblo dormitorio con bonitos complejos residenciales solo en sus promociones.